El oro nunca fue una buena inversión a largo plazo. El máximo anterior, en 1980, fue de cerca de US$ 850 la onza. Una persona que hubiera guardado algunas monedas o joyas de oro habría obtenido un ingreso próximo a cero en 28 años. En realidad, si tomáramos en cuenta la inflación en el periodo, veremos que el oro se desvalorizó. Mientras tanto, una inversión en el índice de acciones Standard & Poor’s 500 habría aumentado más del 12% al año en el periodo considerado — una inversión de US$ 100 habría superado los US$ 1.800
“No creo que el oro sea una buena adquisición a largo plazo”, dice Franklin Allen, profesor de Finanzas de Wharton. “El oro es una inversión bastante arriesgada, que puede perfectamente revalorizarse y desvalorizarse de forma acentuada. Eso es visible en la fluctuación de precios registrada en los últimos 20 años”.
En su best-seller ‘Acciones a largo plazo’ [Stocks for the Long Run], Jeremy Siegel, profesor de Finanzas de Wharton, dice que US$ 1 invertido en oro en 1801 valdría US$ 1,95 a finales de 2006, mientras que US$ 1 invertido en una cesta de acciones que reflejara el mercado como un todo habría alcanzado un valor superior a US$ 755.000.
US$ 1 invertido en bonos de largo plazo habría aumentado hasta llegar a los US$ 1.000, mientras que US$ 1 invertido en títulos del Tesoro y en valores “monetarios” similares de corto plazo habría alcanzado los cerca de US$ 300.
“Los precios del oro tienden a moverse según las emociones de los inversores”, dice Siegel. Los inversores y especuladores, con sus ofertas de compra, elevaron el precio del oro el año pasado porque lo consideraron un puerto seguro dada la retracción del crédito, la desaceleración de la economía, la inflación creciente y la volatilidad del mercado de valores.
“En tiempos de crisis financieras, de inflación, cuando no se confía en la moneda, el oro gana fuerza”, dice. “Pasado el temor, éste se desvaloriza”.
FÁCIL ADQUISICIÓN
Con excepción del oro de las joyas, a los estadounidenses se les impidió poseer oro en especie de 1933 a 1975. Con el fin de la prohibición, el precio de US$ 35 la onza, establecido por el gobierno, se abandonó, lo que hizo que el precio del oro llegara al máximo registrado en 1980.
De 1975 en adelante, y durante muchos años, no fue nada fácil para un inversor común hacer negocio con el oro. Era posible vender una joya antigua en una tienda de empeño o en una joyería, pero por un valor probablemente bastante menor que su valor real. Algunas empresas vendían monedas de oro que eran comercializadas.
Sin embargo, como ítems de colección por precios superiores al oro que contenían. Una vez adquirida una pieza de oro, a continuación había que afrontar el inconveniente y el gasto del almacenamiento del ítem.
Hoy, invertir en oro es simple. “Una de las razones por las cuáles el oro se revalorizó tanto es porque se trata de algo mucho más fácil de comprar que antes”, dice Siegel.
Tal vez la forma más simple de hacerlo consista en adquirir acciones de StreetTracks Gold Trust, un fondo cotizado en bolsa cuyas acciones pueden ser compradas y vendidas como otra acción cualquiera con denominación GLD (GOLD). Cada acción representa un décimo de una onza de oro. A finales de abril, el precio de las acciones era de cerca de US$ 86,70. Los inversores en GLD jamás tocan el metal.
Esos inversores obtuvieron muy buenos resultados, con ingresos medios del 28% en relación a los cuatro últimos años, de acuerdo con Morningstar, empresa de datos del mercado.
Morningstar advierte que los pequeños inversores que se interesan por el oro suelen comprar cuando está al alza, y cuando los precios vuelven a su nivel normal, se decepcionan y venden el montante adquirido. Los activos de GLD alcanzaron valores superiores a US$ 19.000 millones, frente a US$ 1.300 millones hace cuatro años. “Eso es señal de que hay una búsqueda frenética de buenos retornos”. Morningstar advierte en un análisis sobre los pros y los contras del GLD.
La empresa añade que otro factor negativo es que los ganancias obtenidas con las inversiones en GLD son gravados de acuerdo con cuotas de impuesto sobre la renta que llegan a un 28%, mientras las ganancias de capital en acciones, y también la mayor parte de los fondos mutuos, son gravados de acuerdo con cuotas que no sobrepasan un 15%, con tal de que la inversión hecha se extienda, como mínimo, durante doce meses.
Algunas empresas, como The Perth Mint, propiedad del gobierno de Australia Occidental, vende oro a pequeños inversores mediante certificados que representan el volumen de oro depositado en los cofres de las empresas. Aunque ésa sea una forma conveniente de apostar por los precios del oro, las tasas y las comisiones suelen ser mayores que las utilizadas en la comercialización del GLD, sobre todo si las transacciones se hicieron online a través de corredores de bolsa que ofrecen grandes descuentos.
Los inversores pueden también apostar en el mercado de oro por medio de la compraventa de acciones de empresas mineras. Diversos fondos mutuos se especializaron en ese nicho. Pero no se trata de una apuesta pura y simple en los precios del oro, ya que el valor de las empresas está influida por el mismo conjunto de factores que afectan cualquier empresa con acciones en bolsa como, por ejemplo, la confianza en la gestión de la empresa, el tamaño de su inventario y los cambios ocurridos en los costes de la mano de obra.
Finalmente, los pequeños inversores pueden negociar contratos futuros de oro en la Bolsa de Commodities de Nueva York. El contrato de futuros estándar es de 100 onzas, mientras el contrato mini-gold, para pequeños inversores, es de 33,2 onzas. Las transacciones de futuros, sin embargo, son reservadas a inversores sofisticados que mantienen sus posiciones bajo control diariamente, puesto que los futuros trabajan con precios extremadamente volátiles.
Para mucha gente, las nuevas subidas de los precios del oro representan una oportunidad de deshacerse de joyas no deseadas. En ese sentido, Internet perfeccionó el viejo método por lo cual el interesado recurría a una tienda de empeño o a un joyero. “De pronto, el segmento del oro está que arde, y los precios no paran de subir”, observa Peter S. Fader, profesor de Marketing de Wharton.
Empresas como Lippincott, LLC, hacen mucha publicidad en la televisión y en Internet. El programa Goldkit de Lippincott, empresa con 20 años de experiencia en el mercado, acepta bienes de oro, como anillos, por ejemplo, por correo, evalúa la pieza y envía un cheque por el correo al vendedor. Lippincott paga por el envío de la mercancía, por el seguro de la pieza, y suministra el material de embalaje gratuitamente. El vendedor, insatisfecho con el precio ofrecido, puede devolver el cheque y recuperar el ítem enviado sin ninguna carga y debidamente asegurado.
“Empresas de ese tipo acaban con la mala imagen que tienen las personas sobre recurrir a una tienda de empeño o a una joyería”, dice Fader. “Emprendedores ingeniosos están descubriendo medios de explorar esa atracción especial por el oro actualmente. Hay un segmento de individuos de poder adquisitivo elevado que se niegan a tratar personalmente en ese tipo de negocio, y cuyo potencial permanece sin explorar […] Quién consiga ir en busca de ese segmento, y sea capaz de vencer su resistencia, tendrá en sus manos una verdadera mina de oro”.
ANILLOS Y PENDIENTES
Actualmente, dice Fader, existe una especie de carrera del oro en Internet, en la medida en que las empresas tratan de adquirir rápidamente dominios que contengan la palabra “oro”. Las compañías de éxito, prevé Fader, serán aquellas que diversifiquen sus intereses adquiriendo también otros ítems de valor, como relojes finos, de manera que sobrevivan después de que la caída de los precios del oro afecte al mercado de los anillos y de los pendientes solitarios.
Algunas empresas, dice Fader, están invirtiendo en procedimientos que atenúen el sentimiento de culpa que tienen las personas siempre que meditan vender reliquias de la familia. Hay fórmulas que permiten canalizar el ingreso de las ventas hacia instituciones de caridad.
Avances obtenidos por los fondos cotizados (ETFs) y por las negociaciones vía Internet hacen menos complicadas las transacciones con oro. Pero “no importa cuanto se modernice el mercado de oro, sus características principales no deberán cambiar”, dice Siegel.
Aunque el oro sea considerado una commodity, no siempre se comporta como otras commodities, como el petróleo o el trigo, que se agotan y necesitan ser repuestos continuamente, dice Siegel. Después de ser extraído y transformado en joya, el oro se queda en el mercado. Por lo tanto, el abastecimiento siempre está creciendo, lo que ayuda a explicar por qué sus precios nunca suben a largo plazo.
Cerca de un 70% del oro explotado acaba transformándose en joya, un ítem del que el consumidor fácilmente prescinde en épocas de crisis financiera. El otro 30% es empleado en circuitos electrónicos o canalizado hacia otros fines industriales.
A lo largo de la historia, el oro nunca fue una protección muy buena contra la inflación porque “no se trata de un recurso de naturaleza productiva”, observa Siegel. Las acciones, por norma, tienen un desempeño mejor respecto a la inflación porque las empresas elevan los precios cuando la inflación sube; además de eso, los activos como edificios y fábricas también se revalorizan.
La creciente productividad también ayuda a los precios de las acciones a que se mantengan frente a la inflación. El oro no cuenta con ninguno de esos factores a su favor. En realidad, la eficiencia cada vez mayor observada en la explotación de minas aumenta la oferta de oro, frenando las ganancias obtenidas con los precios a largo plazo.
Allen cree que una pequeña reserva de oro puede ser interesante para el pequeño inversor que desea la tranquilidad derivada de un activo que mantiene su valor incluso en la peor crisis económica. “Si las cosas realmente empeoraran en lo que se refiere a la inflación y otros factores, el oro estará a salvo”. Sin embargo, esa reserva debe ser pequeña — sólo un modesto porcentaje de la cartera con inversiones en dinero. Sería una tontería deshacerse de acciones y adquirir oro, dice Allen”.
“Los tristes y melancólicos de modo general retienen el oro” como una especie de seguro contra el desastre financiero, añade Siegel. “Creo que las personas pagan un precio demasiado elevado por esa política de seguro” a los precios actuales, dice Siegel, sugiriendo con eso que, a largo plazo, las inversiones en oro son casi siempre decepcionantes. “No creo que haya lugar para él en una cartera de largo plazo».
Deseo invertior en ETF…como debo hacer?
Gracias: Esteban
esteban calvo | Jul 13, 2008 | Reply
hola Esteban , lo primero que tenes que hacer es una cuenta en una sociedad de bolsa, y luego ascesorarte en que ETF te conviene invertir.
Te dejo la direccion de una de las sociedades de bolsa de Arg. que hacen trading ETF’s .
http://www.puentenet.com/inversiones/productos_trading.xhtml?id_producto=etf&id_categoria=Individuos
admin | Jul 14, 2008 | Reply