Los científicos han buscado explicaciones en cuanto a porqué ciertas condiciones ocurren con la edad, entre ellas pérdida de memoria, el tiempo de reacción más lento, el insomnio e incluso la depresión mirando a sospechosos tales como alimentos ricos en colesterol, obesidad, enfermedad cardíaca y una forma de vida pasiva.
Ahora Laurie Tarkan (escritora sobre temas de salud en New York Time) escribe, “como los ojos envejecen, cada vez menos la luz del sol consigue pasar a través de la lente y alcanzar las células dominantes en la retina que regulan el ritmo circadiano del cuerpo, o sea el reloj interno que armoniza al cuerpo para abordar el día, este eleva el metabolismo por la mañana y lo reduce en la noche, permitiendo que el cuerpo se recline y repare”.
La evolución ha construido este mecanismo hermoso de cronometraje, pero este reloj no es absolutamente perfecto y necesita un empuje diario, dice al Dr. David Berson, cuyo laboratorio en la universidad de Brown estudia cómo el ojo se comunica con el cerebro.
La Dr. Patricia Turner, oftalmóloga que con su marido, el Dr. Martin Mainster ha escrito extensivamente sobre los efectos del ojo sobre el envejecimiento, estima que a los 45 años de edad, los fotorreceptores del adulto medio reciben apenas 50% de la luz necesaria para estimular completamente el sistema circadiano, a los 55, cae al 37%, y a los 75, a un 17%.
Ellos recomiendan que la gente debe hacer un esfuerzo para exponerse a la luz del sol brillante o a la iluminación de interior brillante cuando no se puede conseguirla al aire libre y haber instalado los tragaluces y las luces fluorescentes adicionales en sus propias oficinas para ayudar a la compensación el envejecimiento de sus propios ojos.
Dice a Turner, en la sociedad moderna, la mayor parte del tiempo vivimos en un ambiente controlado bajo luces artificiales, que son de 1.000 a 10.000 veces menos intensas que luz del sol y no tienen el mismo espectro. Creemos que el efecto es enorme y apenas comienza a ser reconocido como problema.