Evidente señal, Argentina no ha sabido dar imagen de serio, país adentro y fuera.
Para peor teniendo a nuestro prolijo país hermano Brasil tan cerca, todo termina en reales.
Desde iECO: Más de la mitad de los dólares que ingresaron después de enero de 2002 gracias al superávit comercial, salieron del sistema doméstico y se refugiaron en cajas de seguridad, bajo el colchón o fueron al exterior. En total se fugaron U$S 65.000 millones. Además, por el pago de intereses, dividendos y utilidades, se giraron otros U$S 25.000 millones.
Así, sólo una mínima parte del saldo positivo del comercio exterior de esos años pasó a engrosar las reservas del Banco Central.
Estos números se aproximan a los que se estima que acumulan los argentinos fuera del sistema.
Según el INDEC, desde la crisis de 2001, cuando sumaban US$ 81.875 millones, esos activos argentinos aumentaron en casi US$ 56.000 millones ya que ahora suman US$ 137.826 millones.
El miércoles, el INDEC difundió el informe referido a la "Posición de inversión internacional" 2009 de la Argentina.
Allí se señala que a fines del año pasado "los activos externos" de los argentinos sumaban U$S 225.422 millones, compuestos de reservas en el BCRA por US$ 47.967 millones, inversiones directas empresas o particulares por US$ 29.445 millones y tenencias de moneda extranjera, depósitos en el exterior y bonos y acciones por US$ 148.010 millones.
Así, el 66% de los activos externos están en el exterior, en su mayoría no están declarados y responden a un proceso previo de fuga de divisas. En 2009, esos activos se incrementaron en US$ 13.305 millones.
Entre los especialistas existe consenso de que la fuga de capitales, al restar recursos que podrían ser utilizados para potenciar el crecimiento económico y el empleo, restringe o traba el desenvolvimiento nacional, constituye un factor de primer orden de evasión impositiva y tiene un impacto negativo en la distribución del ingreso.
Muchos economistas sostuvieron que el fenómeno de fuga de capitales pasó a tener un mayor peso en la economía argentina, a partir de la política de desregulación y endeudamiento implementada durante la dictadura militar y retomada en los 90 con la convertibilidad. Y apostaron a que ese proceso se revertiría "con el agotamiento y crisis del denominado modelo de convertibilidad".
Ese señalamiento lo hicieron porque a partir de 2002 hubo una desaceleración del flujo respecto de la estampida de dólares de 2000 y 2001, en tanto se estabilizó el stock de activos argentinos en el exterior, y hasta hubo un atisbo de ingreso de capitales para aprovechar el diferencial de tasas de interés, en un contexto de estabilidad del tipo de cambio, luego de la maxidevaluación. Con estos datos, en el Gobierno se tomaron medidas de restricción a la entrada de capitales como un plazo mínimo de permanencia con "el objetivo estratégico de limitar la volatilidad de la economía".
La realidad desmintió estos planteamientos. Si bien nunca se detuvo el drenaje de divisas, a mediados de 2007, con el inicio de la crisis global, agravada por razones domésticas, se disparó la fuga de capitales. Como señala la consultora Ecolatina, la formación de activos externos del sector privado" se incrementó de un ritmo promedio mensual de US$ 300 millones en el período enero 2003 a marzo 2008 a US$ 1.500 millones por mes entre abril 2008 y junio 2010. Actualmente se estima que se fugan unos US$ 1.000 millones mensuales.
"Esta dolarización de portafolios en la Argentina no es únicamente atribuible al cambio en el contexto internacional, ya que la formación de activos externos del sector privado se aceleró más que en el resto de los países seleccionados de la región. En otros países la fuga ya era fuerte previo al inicio de la crisis (Venezuela) y en algunos períodos la salida de capitales fue nominalmente menor en la Argentina que en alguno de sus vecinos. Sin embargo, en la Argentina la formación de activos externos en 20072009 llegó a ser 13 veces superior a la registrada en 2003-2006, muy por encima de la dinámica de la región. Es decir, en la Argentina se registró una aceleración estructural de la fuga".
Esto explica que, si bien desde marzo pasado hubo una recomposición, las reservas del Banco Central estén hoy al mismo nivel de marzo de 2008, cuando alcanzaron los U$S 50.500 millones. Y eso se debe a que casi el 100% del superávit comercial de los últimos dos años y tres meses ¡US$ 40.000 millones! se esfumaron por la ventanilla de la fuga de capitales.
También, pero en menor medida, porque se usaron reservas para el pago de los vencimientos de deuda.
Este año, por el fuerte incremento de las importaciones, el saldo comercial podría reducirse respecto del obtenido en 2009. Según las cifras oficiales, en los 5 primeros meses las importaciones crecieron el 44% y las exportaciones, el 17%.
El saldo comercial se redujo un 27%: bajó de US$ 8.420 millones a U$S 6.157 millones.
Y como advierte el último informe de Econométrica, "ante cualquier indicio de que el superávit externo se reduce, se incrementará la salida de capitales que a la larga forzará la devaluación del peso para no afectar las reservas y/o el nivel de actividad".
Mario Brodersohn, ex secretario de Hacienda, sostiene que la fuerte salida de capitales privados al exterior "explica el elevado riesgo país de la Argentina, que es tres veces más alto que el de Brasil y México".
Y plantea que los resultados del reciente canje de la deuda puede ser un buen ejercicio para analizar la interacción entre las variables institucionales y el elevado nivel de riesgo país que tiene la Argentina".
Así, Brodersohn dice que a pesar del resultado exitoso del canje y de la positiva solvencia externa, el riesgo país es tan elevado no solo por razones económicas. "No hay un `clima’ favorable para la inversión privada por el desapego que muestra el Gobierno para el transparente funcionamiento de la gestión de gobierno. El principal factor determinante es la poca credibilidad internacional de la Argentina y eso está asociado con el deterioro de la seguridad jurídica y de respeto a las instituciones".
Ante este escenario, el Gobierno estuvo acentuando las restricciones a las importaciones lo que originó un fuerte choque comercial con países del Mercosur y de la Unión Europea y al mismo tiempo tomó medidas de mayor control a la compra de divisas. No obstante, continúa el "goteo" o el drenaje de la salida de capitales.
Es que, como plantean Jorge Gaggero, Claudio Casparrino y Emiliano Libman en su trabajo La Fuga de capitales, historia, presente y perspectivas , las principales vías de la salida de capitales son "la sobre y subfacturación en las operaciones de comercio exterior; el manejo de los `precios de transferencia’ de bienes y, crecientemente, de servicios de todo tipo, la manipulación de los `nuevos instrumentos financieros’ (`derivados’ y otros), la figura del `fideicomiso irrevocable’ (interno y externo) y otras varias operaciones difíciles de identificar y develar".
Y agregan que "estas vías suelen ser tanto más importantes y efectivas cuanto más transnacionalizada esté la economía de que se trate. La última encuesta conocida acerca del grado de transnacionalización de la economía argentina, medida a partir del análisis de las 500 firmas más importantes, confirma los extremos a los que se ha llegado en este plano de la realidad y, consecuentemente, la particular gravedad de los desafíos implicados en términos de regulación económica y, en particular, de control fiscal".